Decimosexto Domingo en el Tiempo Ordinario (Julio 23 de 2017)

Decimosexto Domingo en el Tiempo Ordinario (Julio 23 de 2017)

Las lecturas de hoy nos recuerdan la manera en que la justicia y la misericordia de Dios obran conjuntamente para cuidar de la familia humana. St. Francis de Sales notes:

Dios es la Bondad misma. Esta infinita bondad de Dios tiene dos manos: una mano representa la misericordia, la otra es la justicia. La Justicia y la misericordia sólo pueden prosperar donde hay bondad. Dios hace uso de la misericordia para lograr que nosotros acojamos todo aquello que es bueno. La justicia se encarga de arrancar de raíz cualquier cosa que nos impida experimentar los efectos de la bondad de Dios. Nos impulsa a rechazar el mal.

Quienes tienen un verdadero deseo de servir a nuestro Señor, y de escapar del mal, no deben atormentarse con pensamientos sobre la muerte o sobre el juicio divino. El temor sagrado que sienten aquellos que aman a Dios, representa para EL una reverencia filial. Ellos temen disgustar a Dios, simplemente porque EL es su bondadoso y amoroso padre. El buen hijo no obedece a su padre porque él tiene el poder para castigarlo o desheredarlo, simplemente lo obedece porque es un padre amoroso y preocupado. El temor sagrado fortalece nuestro espíritu humano; confía plenamente en la bondad de Dios. La misericordia de Dios, al vernos vestidos de “carne, como un viento” que viene y va, jamás permitirá que nos lancemos a la ruina total. La clemencia infinita de Nuestro Salvador siempre se inclina a favor nuestro.

Cuando los pecadores más se empecinan en pecar, cuando viven como si no existiera un Dios, es entonces que nuestro Salvador les permite hallar Su corazón lleno de lástima, de piedad y generosidad para con ellos. A pesar de que David ofendió a Dios, siempre recibió aliento del corazón indulgente y la clemencia divina. Reflexionemos sobre cómo la bondad de Dios, desde la eternidad, nos ha valorado, y nos ha proveído de todos los medios necesarios para avanzar por la senda del amor sagrado. Ahora Dios nos otorga la oportunidad de hacer el bien, y de seguir adelante con las pruebas que actualmente debemos enfrentar. La grandeza que encierra la misericordia de Dios continúa brillando en las obras impresionantes e inspiradoras de Jesús. ¡Qué gran razón para depositar toda nuestra esperanza, y nuestra plena confianza en la clemencia de Dios!

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)