Decimoséptimo Domingo en el Tiempo Ordinario (Julio 30 de 2017)

Decimoséptimo Domingo en el Tiempo Ordinario (Julio 30 de 2017)

El Evangelio de hoy nos dice que debemos buscar el Reino de los cielos sin importar el costo, ya que éste todo lo vale. San Francisco de Sales nos ofrece consejos prácticos sobre cómo continuar avanzando en nuestra búsqueda del Reino:

Lo que debemos que hacer no es más de lo que ya estamos haciendo: debemos adorar la providencia de Dios, arrojarnos a los brazos de Dios, y entregarnos a Su cuidado. ¡Benditos aquellos que han escogido entregarse en las manos de Dios! Para poder renovar y cumplir con esta decisión, tan solo tenemos que proclamar que amamos a Dios exclusivamente, y que amamos todo lo demás por amor a EL. Ser constantes en este empeño nos ayuda bastante ya que infunde amor en todas nuestras obras; es particularmente útil para todas las acciones que llevamos a cabo en el cumplimiento de nuestras labores diarias. El cumplimiento de las tareas requeridas, en base a la vocación de cada persona, ayuda a incrementar el amor divino y recubre de oro una obra de santidad.

Debemos ser como aquella valiente mujer de la que habla el Antiguo Testamento. “Ella alarga su mano a las cosas fuertes, generosas y enaltecidas, y aún así no esquiva el aplicar su mano al huso, y sus manos a la rueca”. Extiendan sus manos a las cosas fuertes, adquieran experiencia por medio de la oración y de la meditación, recibiendo los sacramentos, guiando a las almas para que amen a Dios, e infundiendo inspiraciones positivas en sus corazones. Hagan labores importantes de acuerdo con su vocación; pero jamás olviden su huso ni su rueca. Esto quiere decir que deben poner en práctica las pequeñas virtudes como la sencillez, la paciencia, la humildad, y la generosidad, las cuales crecen como flores cada vez que llevan a cabo pequeñas obras con un gran amor.

El ruiseñor no siente menos amor por su canción cuando hace una pausa, que cuando canta. Del mismo modo, el corazón que es devoto no siente menos amor cuando se concentra en el cumplimiento de las labores externas, que cuando está orando. En dichos corazones el silencio y el habla, el trabajo y el descanso, cantan con un amor rebosante de dicha. Su oración diaria de vida se propaga a todas sus acciones. Ellos buscan el Reino de Dios a cualquier costo, y éste les es revelado.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales,
particularmente su Tratado Sobre el Amor de Dios).