DOMINGO 28 EN TIEMPO ORDINARIO (Octubre 15, 2017)

Énfasis Sugerido

“En el quien es la fuente de mi fortaleza, yo hallo el impulso para hacerlo todo”.

Perspectiva Salesiana

“Yo tengo experiencia en haber sido pisoteado, pero también se lo que es tener abundancia. He aprendido como lidiar con toda clase de circunstancias: como comer bien o pasar hambre, como tener todo lo necesario o no tener nada”.

Cómo hizo San Pablo para lidiar con los altibajos de la vida y de forma tan centrada, balanceada y con tanta confianza? Aún más importante, cómo podemos nosotros hacer para lidiar con los altibajos de nuestras vidas de forma centrada, balanceada y con confianza?

Entre otras cosas, necesitamos una confianza sólida y profunda en Dios. Nosotros necesitamos la clase de confianza que nos permite ver la mano de Dios de la misma forma durante los tiempos buenos y en los tiempos duros.

Francisco de Sales ofreció este gran consejo. Es un consejo tan relevante hoy para nuestro deseo de continuar haciendo las cosas efectivamente, muy a pesar de los obstáculos que la vida nos presenta en un día cualquiera, como lo fue en 1603 para la persona a quien Francisco le dirigió estas palabras: “Ustedes deben ser como el niño pequeño quien, como sabe que su madre lo lleva del brazo camina con firmeza y corre por todas partes sin dejar que una pequeña caída o tropezón lo moleste, después de todo, él todavía es débil de piernas. De la misma forma, desde el momento en que ustedes se den cuenta que Dios los esta llevando de la mano, y desde que demuestren su voluntad y de servirlo, continúen con firmeza y no dejen que los pequeños obstáculos ni las caídas los perturben; no hay necesidad de dejarse amedrentar por esto desde que se arrojen a los brazos de Dios de vez en cuando y besen a Dios con el beso de la caridad. Continúen avanzando con dicha y con sus corazones tan abiertos y tan sabiamente llenos de confianza como les sea posible, y si no pueden estar siempre dichosos, al menos sean valientes y confíen.” (Stopp, Cartas Selectas, paginas 45 - 46.)

En otra carta, Francisco ofreció la siguiente observación con respecto a nuestra confianza en Dios y a nuestra habilidad de lidiar con las adversidades de la vida. “Es mucho mejor levantar nuestro ojos hacia las montañas de donde la ayuda ha de llegarnos, es mejor tener esperanza en el Señor y glorificar voluntariamente nuestras enfermedades, para que la fuerza de Cristo halle su morada en nosotros… por que aquellos que depositan su confianza en el Señor obtendrán alas como el águila; pero aquel que pierda su fuerza de corazón no lograra nada y se desvanecerá como el humo. El soldado que deja el campo de batalla temblando de miedo posiblemente sentirá un descanso, pero no tendrá mas seguridad que aquel que continua peleando”. (Stopp, Cartas Selectas, pagina 121)

Hay muchas experiencias en la vida que pueden dejarnos llenos de miedo o quizás frustrados. Lo que distingue a las personas felices, saludables y santas de las personas que solo tratan de pasar por la vida, es la habilidad y la voluntad de confiar en ese Dios que nos ama igual durante los altibajos de la vida. Como dijera Job, aquellos que confían en el Señor saben que lo que el Señor da también lo quita, bendito sea siempre el nombre del Señor.

Y benditos, siempre son todos aquellos que confían- y que creen- en Dios… sin importar nada más.