VEINTEAVO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 19, 2018)

VEINTEAVO DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (agosto 19, 2018)

Enfasis Sugerido

“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él (ella)”

Perspectiva Salesiana

Qué gran regalo es la Eucaristía! Jesús nos ofrece su cuerpo para comer y su sangre para beber. Y nos ordena comer y beber de su carne y de su sangre para que podamos alcanzar la vida eterna.

Al igual que la Sabiduría en la primera lectura de hoy, Jesús nos invita a la cena que ha preparado para nosotros, una cena que nos permite unirnos a la salvación por medio de su muerte y resurrección. En la Cruz la carne de Jesús fue perforada y su sangre derramada por otros, por ustedes y por mi. En la medida en que comemos y bebemos, somos llamados a renunciar a la insensatez para que podamos vivir y avanzar por el camino del entendimiento (Proverbios).

Las palabras de Sabiduría nos recuerdan que esta es una cena sagrada, una cena del convenio. Dios nos ha dado a Jesús para nuestro bien. En Jesús se hacen visibles y tangibles el gran amor y la misericordia de Dios. Cuando comemos del cuerpo de Jesús y bebemos de su sangre estamos expresando nuestra voluntad de ser uno con Jesús en su misión de salvación para el mundo. Estamos anunciando sus buenas nuevas al mundo actual.

Ahora buscamos un mejor entendimiento sobre la manera en que debemos vivir como miembros de la comunidad del convenio. En esta cena nos hacemos uno con Jesús y con la comunidad, uno en el Cuerpo de Cristo. Al término de esta cena sagrada nuestro reto es vivir en la realidad diaria de nuestra unidad.

San Francisco de Sales nos ofrece consejos prácticos sobre cómo hacer esto de forma efectiva. Después de la Comunión consideren que Jesús está sentado en sus corazones y preséntenle cada una de sus facultades y sentidos de forma que puedan recibir sus órdenes y prometerle fidelidad. Este ejercicio se puede convertir en nuestra acción de gracias y nuestro compromiso a vivir lo que hemos celebrado y recibido. Jesús nos ofrecerá una forma para utilizar nuestro intelecto, nuestra memoria, nuestro oído, nuestro tacto y nuestra voz, para que den testimonio de la presencia amorosa de Dios en el mundo de hoy.

San Pablo nos anima hoy a que: pongamos mucha atención a la manera en que vivimos, no como personas insensatas, sino como personas sabias. Nuestra comida y nuestra bebida a la mesa del Señor nos hacen uno. Que la sabiduría con la que vivimos hoy evidencie la unidad que experimentamos en la Eucaristía.

Recuerden: ustedes son lo que comen… ustedes son lo que beben.