Tercer domingo de la Pascua (5 de Mayo de 2019)

Tercer domingo de la Pascua (5 de Mayo de 2019)

La lectura del Evangelio para hoy nos cuenta cómo Pedro, al afirmar su compromiso de amar a Jesús, fue llamado a guiar Su rebaño. San Francisco de Sales nos urge a ser discípulos al igual que los apóstoles y a llevar la palabra de Dios a los demás.

Tres veces le preguntó Jesús a Pedro si lo amaba. El corazón de Pedro estaba colmado de amor por Su Amo. La providencia de Dios levantó a Pedro nuevamente. El amor es el medio universal para obtener nuestra salvación. El amor de Dios siempre debe ocupar el lugar principal en nuestros corazones. No desperdiciemos el tiempo y entreguémonos completamente a la Divina Providencia. ¡Qué amorosa es mano de Dios cuando sujeta nuestros corazones!

Qué puede esperar Dios de nosotros si no lo mismo que le pidió a los Apóstoles. No era nada más de lo que Nuestro Señor mismo vino a hacer en este mundo: a darle vida a todos de modo que pudieran vivir en abundancia. Él lo hizo otorgándoles Su gracia. La gracia tiene el poder, no para dominar, sino para persuadir nuestros corazones de modo que consientan los movimientos del amor de Dios en nosotros.

En la medida de lo posible, debemos llegar a los corazones de los demás como lo hacen los ángeles, con delicadeza y sin obligarlos. Aunque nuestro deber es ayudar y expresar nuestro amor a todas las personas por igual, debemos hacerlo con mayor esmero por aquellos que más nos necesitan. Debemos guiarlos a una vida más perfecta. Ellos encontrarán la plenitud de la vida si creen en la palabra de Jesús, la cual ustedes les explicarán. Ellos vivirán una vida más abundante por medio del ejemplo que ustedes les den.

Avancen con confianza y valentía, cumpliendo con la tarea que se les ha encomendado. No digan: “no estoy a la altura de esta labor”. Avancen sin preocuparse y sin retroceder, porque Dios les indicará lo que deben decir y lo que deben hacer en el momento indicado. Preocúpense solamente por una cosa: crecer en el amor y la fidelidad a la bondad divina de Dios y todo llegará a buen término.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)