Exultación de la Santísima Cruz (14 de Septiembre de 2017)

Exultación de la Santísima Cruz (14 de Septiembre de 2017)

Hoy celebramos la Exultación de la Santísima Cruz. La victoria de Cristo sobre la muerte en una cruz nos revela el resplandor del amor puro que Dios siente por nosotros. Al respecto, San Francisco de Sales observa lo siguiente:

De la muerte de Jesús en la cruz ha emanado la vida eterna. La muerte de nuestro Salvador fue el precio que Él pagó para que nosotros pudiéramos tener una vida de Gloria eterna. El mundo no comprende la asombrosa paradoja que representa la Cruz de nuestro Salvador. Su muerte fue un exceso de amor que nos otorgó la vida eterna.

En la cruz, Jesús nos mostró cómo alcanzar la salvación a través del amor sagrado. Nada urge tanto el corazón de una persona como el amor. Como un enfermero bondadoso, Jesús, desde la cruz, nos nutrió con cariño, con un amor incomprensible. Él deseaba que entendiéramos que el amor que nos tenía permanecía intacto a pesar de su sufrimiento.

En la cruz, Jesús también quería enseñarnos cómo nuestro corazón debe comportarse con nuestros semejantes. Al ver la ignorancia y la debilidad de quienes lo torturaron, Él los perdonó en la cruz. Una oración de perdón es un sacrificio. Es el sacrificio de nuestros labios y nuestro corazón que hacemos ante Dios, tanto por nuestros semejantes como por nosotros mismos.

En la cruz, Jesús nos alimentó con su cuerpo y sangre. Dios envió a Jesús a sanar nuestra humanidad quebrantada. Verdaderamente, Él murió lleno de dicha por haber podido curarnos, aunque eso le costara la vida. Él se olvidó de Sí mismo, per no de Sus criaturas. No temamos ni desfallezcamos en nuestra lucha por vencer el mal con el amor sagrado y con la verdad, tal y como lo hiciera Jesús. Caminemos por la senda que Jesús nos enseñó con firmeza y fidelidad, y convirtámonos en santos como Él.

Debemos consagrar cada momento de nuestra vida al amor divino de la Cruz de nuestro Redentor. Esto quiere decir que todas nuestras obras, acciones, pensamientos y afectos deben ser para dar gloria a Dios. Si hacemos esto, nosotros también viviremos para Dios en Jesucristo, cuya Cruz victoriosa y exaltada es motivo de nuestra celebración el día de hoy.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales, particularmente su Tratado Sobre el Amor de Dios: Sermones, L. Fiorelli, eds.)