Vigilia de la Navidad (Diciembre 24 de 2016)

Esta noche celebramos la vigilia de la navidad, y es una fecha en la cual reflexionamos sobre el misterio del nacimiento de Jesús, Nuestro Señor y Salvador. San Francisco de Sales nos ofrece sus pensamientos respecto a la navidad:

Cuando alguien desea construir una casa o un palacio primero debe tener en cuenta quién es la persona que va a vivir allí. Obviamente usará diferentes planos dependiendo del estatus social de dicha persona. Igualmente ocurrió con el Divino Arquitecto. Dios construyó el mundo en preparación para el momento de la Encarnación del Hijo. La sabiduría Divina pudo prever desde la eternidad que la Palabra iba a asumir nuestra naturaleza a su llegada a la tierra. Para poder lograr esta tarea, Dios escogió a una mujer, la sagrada Virgen Maria, quien dio a luz a Nuestro Salvador.

Por medio de la Encarnación Dios nos hizo ver algo que la mente humana difícilmente hubiese podido concebir, o incluso comprender. El amor de Dios por la humanidad es tan grande que El decidió hacerse humano para llenarnos con su divinidad. El quiso coronarnos con la divina bondad y dignidad. El quería que nosotros fuésemos hijos de Dios, por cuanto hemos sido hechos a Su imagen y semejanza.

Nuestro Salvador vino a este mundo a enseñarnos cómo debemos obrar para poder preservar en nosotros la divina imagen y semejanza de Dios. Con gran seriedad debemos darnos a la tarea de amasar todo nuestro coraje para vivir de acuerdo a lo que somos. Nuestro Salvador vino para que pudiéramos tener vida al máximo. El estaba completamente lleno de misericordia y bondad para con la familia humana.

Muchas veces, cuando las almas más endurecidas han alcanzado un punto en el que viven como si no hubiera un Dios, Nuestro Salvador permite que ellos encuentren su corazón, lleno de lástima y misericordia hacia ellos. Todas las personas que alguna vez han pasado por esta experiencia, sienten un gran agradecimiento por haberla vivido. Desechemos todo aquello que tenemos en nuestro hogar que no proviene de Dios. Cuando abrimos nuestro corazón al amor de Dios estamos contribuyendo al nacimiento del niño Dios en nosotros, y así mismo al establecimiento del reino de Dios en la tierra.

(Adaptación de los escritos de San. Francisco de Sales)