DOMINGO 24 EN TIEMPO ORDINARIO (Septiembre 15, 2019)

DOMINGO 24 EN TIEMPO ORDINARIO (Septiembre 15, 2019)

Enfasis Sugerido

“El Señor cedió y no le provoco a su pueblo el desastre con el cual los había amenazado.”

Perspectiva Salesiana

Las lecturas de la Escritura del día de hoy expresó firmemente sus opiniones al describir al grupo de pecadores entristecidos. Las personas sobre las cuales Dios ha derramado su amor preferencial se han vuelto “depravadas y rígidas,” han dejado de venerar al Dios uno y verdadero y ahora adoran a un becerro de metal. Ante la endeble creación de sus propias manos, ellos se inclinan en alabanza y sacrificio.

El autor del Salmo 51 fácilmente admite su culpa y su pecado ante un Dios de bondad y compasión. San Pablo habla francamente de la forma en la que él era y de la manera en la que él vivía su vida antes de llegar a tener fe en Jesús. El era, cándidamente admite, un blasfemo y un perseguidor del pueblo santo de Dios. Su arrogancia espiritual no tenia paralelo. Finalmente, el Evangelio relata la historia familiar de un joven hijo prodigo que desperdicia toda su herencia en una vida imprudente y disoluta y, en el proceso, el rompe el corazón de su padre.

Cuál es el objetivo de esta letanía de pecado, culpa, de debilidad humana y de fracaso? Este es el lado oscuro de las buenas nuevas del evangelio, el fondo sombrío contra el cual la brillante belleza y la gracia transparente de la obra redentora de Jesús brilla con todo su esplendor. Es el humilde reconocimiento de nuestra falta total de poder y perdida como resultado de haber pecado en contra de un Dios bueno y compasivo. Esta humildad, esta verdad acerca de nosotros mismo, es la condición necesaria para poder escuchar el llamado de las buenas nuevas de la fe y para recibir en gratitud el poder sanados de la gracia.

Muchas veces nosotros dudamos al habla del pecado en estos días, especialmente del pecado personal. A nosotros no nos gusta reconocer que hemos rechazado a Dios o que nos hemos alejado del camino que el nos ha indicado en la Escritura, en el ejemplo y en la palabra de Jesús, y en las enseñanzas de la Iglesia, y aun así, es este reconocimiento, en humildad y verdad, lo que nos prepara para la experiencia liberadora de la dulce gracia y del perdón de Dios.

Los Santos son pecadores convertidos. Esto es lo que las Escrituras proclaman fuerte y claramente el día de hoy. La gracia toma a los débiles, toma incluso a los pecadores mas duros, y los transforma en santos y en héroes.

San Francisco de Sales tenia un gran respeto por el ejemplo de los santos, pero el quería que las personas vieran a los santos de una forma realista, esto es, como personas débiles y pecadoras que, a través del poder transformador de la gracia, se convirtieron en héroes. San Pedro fue un héroe tal para Francisco. El se sintió cautivado por ese hombre quien, aun cuando muchas veces fue un héroe y siempre tuvo buena intención, frecuentemente fue falto de coraje (“Yo no conozco a ese hombre”) o débil al tratar de entender qué era lo que Jesús realmente defendía (“Quédate a mis espaldas, tu Satán”), y quien más de una vez se cayo en su propia cara. Aun así, ese hombre se convirtió en un gigante a través de la gracia! En San Pedro, Francisco de Sales encontró que era útil para la espiritualidad hablar de un hombre que cometió faltas con las que otras personas podían identificarse, y también hablar de un santo cuya santidad ellos podían imitar. Su héroe tenía verrugas. Al señalarlas, él estaba en efecto animando a otras personas en su búsqueda de la santidad.

Para finalizar hablemos del himno exuberante de alabanza de San Pablo en la segunda lectura. Este celebra el triunfo de la gracia por encima del pecado y de la debilidad humana: “para el rey de las eras, incorruptible, invisible, el único Dios, honor y gloria por siempre y para siempre. Amen."