DOMINGO 28 EN TIEMPO ORDINARIO (Octubre 9, 2016)

Enfasis Sugerido

“Entonces uno de ellos, cuando vió que había sido curado, se volvió, alabando a Dios en voz alta. Se postro a los pies de Jesús y le agradeció.”

Perspectiva Salesiana

Debemos admitirlo: cuando algo bueno nos pasa muchos de nosotros sentimos que lo merecemos. Los nueve “leprosos” en el evangelio de hoy seguramente se sintieron de la misma forma; ellos le pidieron a Jesús que tuviera misericordia, que en la cultura del Medio Oriente significaba, “Haz lo que puedas por nosotros.” Ellos recibieron de Jesús lo que sabían, por su reputación solamente, que él podía hacer por ellos. Ciertamente, la lección de ser agradecidos nos es familiar. Aun así, miremos este Evangelio en el contexto de lo que había antes y después de este Evangelio.

La semana pasada, Jesús nos dijo que cuando nosotros hacemos lo que se espera que hagamos no hemos hecho nada más que nuestro deber. El autor incluso llega a hacer que Jesús diga, “Nosotros no somos esclavos sin ningún valor; nosotros hemos hecho solo lo que debíamos hacer.” Esto parece estar en marcado contraste con el Evangelio de esta semana, el cual nos manda a ser agradecidos cuando alguien más hace “lo que están obligados a hacer.” Uno puede decir, culturalmente, que como Jesús podía, el debía. El evangelio de la semana pasada proclama la “necesidad de orar siempre y de no perder el corazón.”

En el Evangelio de la semana pasada, los apóstoles pidieron “un incremento de la fe.” La próxima semana, Jesús parecerá muy perturbado por la fe de las personas cuando El dice, “y aun así, cuando el Hijo del Hombre venga, encontrará la fe en la tierra?”

Una noción que es muy común en el mundo occidental sobre la enfermedad es que es un impedimento que no nos permite ser activos ni involucrarnos en la vida. En la cultura Mediterránea, “la enfermedad remueve a una persona de su estatus y perturba los modelos de parentesco. Las personas que sufren de un problema de la piel llamado ‘lepra’ son excluidas de rendir culto con la comunidad. Esta experiencia humana era mucho mas depresiva que las lesiones de la piel.” (John Pilch, El Diccionario Cultural de la Biblia). Jesús “limpió” a todos los diez pero “uno de ellos… vio que él había sido sanado....” La condición de su piel no solo se había ido; sino que aún más importante para el hombre del Medio Oriente, el había sido reunido con la comunidad..

Francisco de Sales discute las “inspiraciones” hacia la fe en el Libro 2 de su Tratado del Amor de Dios: “La inspiración (que) llega como un viento sagrado para impulsarnos en el aire del amor sagrado, se apodera de nuestra voluntad y la mueve por un sentimiento de deleite celestial. Todo esto… se hace en nosotros pero sin nosotros, por que es el favor de Dios el que nos prepara de esta forma. Esa misma inspiración y ese mismo favor que se han apoderado de nosotros mezcla su acción con nuestro consentimiento, anima nuestros débiles movimientos por su propia fuerza y aviva nuestra frágil cooperación por el poder de su operación. Así pues nos ayudará, nos guiará, y nos acompañará en el amor y hasta el amor hasta que logremos el acto de la mas santísima fe que es requerido para la conversión.” Acaso esto le ocurrió al hombre que regresó? Qué dice el Evangelio: “(él) dio la vuelta, alabando a Dios en voz alta. El se postró a los pies de Jesús y le agradeció.” (NRSV) Acaso él solo estaba agradecido por haber sido liberado de una enfermedad de la piel? Yo sugiero que su gratitud sincera estaba basada en su reconocimiento de que se le había otorgado “la inspiración” hacia la fe. El consintió a esa inspiración y al hacerlo el se lleno de alabanza a Jesús! “Entonces Jesús le dijo al Samaritano, “Levántate y vete por tu camino; tu fe ha sido tu salvación.” (NAB)

El Padre Michael S. Murray, OSFS es el Director Principal del Centro Espiritual De Sales.