La Presentación del Señor (2 de Febrero de 2014)

Énfasis Sugerido

"Dado que los niños son personas de carne y hueso, Jesús viven plenamente en ellos..."

Perspectiva Salesiana

“Dios ha empleado muchas maneras y diversos medios para manifestarnos Su deseo de que todos seamos salvados, y de que nadie ignore este hecho. Para este propósito, Él nos hizo “a Su imagen y semejanza” durante la Creación, y por medio de la Encarnación fue Él quien asumió nuestra imagen y semejanza, y consecuentemente padeció la muerte para poder rescatar y salvar a toda la humanidad” (Tratado Sobre el Amor de Dios, Libro 8, Capítulo 4).

Seguramente todos estamos muy familiarizados con el hecho de que, a través de la Creación, todos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. Por otra parte, es probable no todos sepamos que Dios, a través de la Encarnación, se hizo a Sí mismo a nuestra imagen y semejanza. Independientemente de si estamos al tanto de estos sucesos o no, ambos son una realidad.

San Francisco de Sales se sentía captivado por la noción de que Dios pudiera amarnos tanto, que no solamente viniera a estar entre nosotros, sino que ¡se haya convertido en uno de nosotros! ¡Dios asumió nuestra naturaleza! En la persona de Jesús, Dios obtuvo conocimiento de primera mano, y experimentó lo que significa dormir, levantarse, trabajar, descansar, bailar, llorar, lamentarse, luchar, tener éxito y soñar. Por medio de esta experiencia, Jesús no solamente redimió lo que significa ser humano, también celebró lo que significa ser humano – ser humano de la forma en que Dios sueña que lo seamos.

El autor de la carta a los Hebreos también creía en esta verdad. Él escribe que, “Jesús supo realmente lo que fue ser” de carne y hueso...y “tuvo que asumir la semejanza de Sus hermanos (y hermanas) en todos los sentidos”. De esta forma, Jesús no solamente logró redimirnos, sino que también logró entendernos realmente.

Este es verdaderamente un gran misterio. Esta es verdaderamente una gran intimidad: Dios nos amó tanto, que asumió nuestra naturaleza… Él se hizo a Sí mismo a nuestra semejanza y según nuestra naturaleza - la mejor, la más verdadera naturaleza, tal y como Dios lo había destinado desde el inicio de los tiempos. De cierto sentido, a través de la Encarnación Dios nos muestra cuán cómodos podemos sentirnos en nuestra propia piel. ¿Cómo? Demostrándonos que Dios se siente cómodo en nuestra piel, ¡a través de la persona que fue Su hijo Jesucristo!

Dicho de una manera más simple, la naturaleza de Dios es estar con nosotros donde quiera que estemos – tal y cómo somos.

Jesús nos reta a que hagamos lo mismo cada día: que vayamos al encuentro de los demás, donde quiera que estén, tal y cómo sean, e invitarlos a sentirse cómodos en su propia piel a través de nuestros esfuerzos por sentirnos cómodos en la nuestra. En lugar de dejarnos llevar por la tentación de acercarnos a los demás sólo cuando consideramos que están listos o que son dignos, en lugar de esperar a que sean ellos los que den el primer paso en el baile de la vida, debemos abrirnos a ellos y ponernos en el lugar de los demás. Tal y como nos lo demostró Jesús con su ejemplo de vida: el primer paso en cualquier intento por ayudar, sostener y animar, por rescatar y redimir a otros, es llegar a conocerlos.

El Padre Michael S. Murray, OSFS es el Director Principal del Centro Espiritual De Sales.