TERCER DOMINGO DE CUARESMA (Marzo 24, 2019)

Énfasis Sugerido

“El lugar donde estás es suelo sagrado.”

Perspectiva Salesiana

Un ángel apareció a Moisés en las llamas de un arbusto, un arbusto que, sin importar cuanto tiempo había estado ardiendo, no se consumía. Sin duda alguna Moisés no podía creer lo que sus ojos veían. Pero si él estaba sorprendido con esa revelación, imaginen su sorpresa cuando el se entero de que el estaba en presencia de Dios.

Moisés estaba de pie en suelo sagrado.

La verdad del asunto es que nosotros siempre estamos de pie – y caminando- sobre suelo sagrado. Nuestro mundo- y todas las personas en él – ha sido creado a la imagen y semejanza de Dios. Nuestro mundo – y todas las personas en él- fueron salvadas por la vida, el amor, la muerte y la resurrección de Jesús. Nuestro mundo – y todas las personas en él- son inspirados y sostenidos por el Espíritu Santo.

Nuestro mundo – y todo en él- es un regalo de Dios. Por eso todo es digno de un profundo respeto y reverencia.

Pero qué tan respetuosos somos nosotros? Acaso nosotros tratamos nuestros propios cuerpos como suelo sagrado? Acaso nos relacionamos con nuestro ambiente como si este fuera suelo sagrado? Acaso vemos nuestros regalos y nuestras posesiones materiales como suelo sagrado? Reverenciamos a los demás- y nuestras relaciones- como suelo sagrado? En resumen, verdaderamente nos reverenciamos y reverenciamos a los demás, como si fuéramos lugares en los que encontramos lo divino?

Moisés removió sus sandalias en presencia de Dios como símbolo de respeto. Nosotros podemos mostrar nuestro respeto y reverencia por la presencia de lo divino en nosotros y en los demás al remover cosas más importantes de nuestras vidas: la envidia, los celos, los chismes, el engaño, la glotonería, la avaricia, la rabia, la violencia, los prejuicios y todo lo demás que no nos permiten pagar el debido respeto al Dios que vive dentro de nosotros y entre nosotros.

Pero no es suficiente el remover de nuestras vidas esos pensamientos, sentimientos, actitudes o acciones que no nos permiten reconocer el suelo sagrado en nosotros y en los demás. Nosotros también debemos personificar las cualidades enumeradas en el Salmo 103. Debemos… actuar con dulzura y compasión… luchar para asegurar que se haga justicia… promover los derechos de todos los oprimidos… ser misericordiosos… tratar de controlar nuestro temperamento… ser abundantes en generosidad.

Nosotros estamos de pie, caminamos, vivimos en un suelo sagrado, aun si estamos conscientes de ello o no… así como ese arbusto ardiente, que nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes y acciones sean un símbolo convincente y visible de esta verdad en nuestras vidas y en las vidas de los demás.