TERCER DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (Enero 27, 2019)

TERCER DOMINGO EN TIEMPO ORDINARIO (Enero 27, 2019)

Énfasis Sugerido

"Este pasaje de la Escritura se hace realidad cuando es escuchado."

Perspectiva Salesiana

Las palabras son como átomos. Ellas pueden curar. Ellas pueden energetizar. Ellas pueden extender y mejorar la calidad de vida.

Las palabras también pueden herir. Ellas pueden dividir. Ellas pueden envenenar. Ellas pueden destruir.

San Francisco de Sales entendía que nuestras palabras – lo que decimos, como lo decimos- tienen un impacto muy poderoso en los demás. Por eso él ofrece el siguiente consejo: "Que tu lenguaje sea suave, abierto, sincero, franco, que no afecte a nadie y honesto.” La integridad, la justicia y la equidad deben ser sellos distintivos de nuestro lenguaje. No debemos darle vueltas al asunto. Debemos hablar directamente y desde el fondo de nuestro corazón. No debemos medir nuestras palabras hasta el punto en que no comunicamos nada. Aun así, ser honesto no requiere que seamos brutales o que “acumulemos” diciendo todo lo que debe ser dicho en un momento en particular. Cuando tengamos dudas, nos dice Francisco: “ Nunca es apropiado decir algo que vaya en contra de la verdad. "

" Nunca le des a los demás la oportunidad para que crean que se están diciendo cosas malas sobre ellos.” Cuando hablen en público, sean tan universales como sea posible. Cuando tengan que hablar en privado, háganlo con sensibilidad y discreción. Nunca utilicen palabras en formas que hieran a otras personas o que hagan que los demás piensen que ustedes los están hiriendo.

"Nunca ganamos nada por medio la crudeza." No importa cuan rectos o nobles sean nuestros valores, no ganaremos nada si los promovemos con palabras que son brutales y que hieren a los demás.

"La sabiduría consiste en saber cómo y cuándo hablar, y cuándo y dónde quedarse callado. " En algunos casos, las acciones dicen mucho más – y más efectivamente- que las palabras.

"La fidelidad, la simpleza y la sinceridad de nuestro discurso son verdaderamente un gran ornamento de nuestra vida Cristiana.” Cuando hacemos nuestro habito el hablar del bien que debemos buscar, del mal que debemos enfrentar con dulzura y compasión, entonces no debemos sorprendernos si los demás experimentan el saneamiento, la libertad, el aliento, la vida y el amor.

No hay duda de cómo Dios usa las palabras. Las palabras de Dios, personificadas en Jesús, "le traen buenas nuevas a los pobres, proclama la libertad de los cautivos, ofrece vista a los ciegos, libera a los oprimidos y proclama un tiempo favorable que vendrá del Señor. "

En resumen, la Palabra de Dios sana, libera, anima y estimula a los demás. Cuando nosotros hablamos, cuál es el efecto de nuestras palabras?