Bautismo del Señor (Enero 13, 2019)

Hoy celebramos el Bautismo de Jesús, ocasión que marca el principio de su ministerio. San Francisco de Sales observa que Dios también nos ha llamado a su servicio, aún cuando esto a veces implica un gran esfuerzo para nosotros:

Nuestro Salvador emplea medios insondables cuando nos llama a servirlo, pero siempre lo hace de forma amorosa y diferente. Cuando adoptamos una firme resolución de querer servir a Dios de la forma, y en el lugar donde El nos ha llamado a servir, estamos demostrando que nuestra vocación es verdadera.

Aún si somos firmes, y perseveramos en nuestro servicio a Dios, puede que lleguemos a cometer faltas. También puede que pongamos en duda nuestra resolución de utilizar los medios que han sido puestos a nuestro alcance para servir a Dios. Todos estamos a merced de nuestros sentimientos y de nuestras emociones, y por ende sujetos a altibajos. Pero no debemos preocuparnos si algunas veces sentimos que nos estamos distanciando, o si sentimos desgano en respuesta al llamado a servir a Dios. Es normal experimentar esos altibajos. El que no seamos excesivamente virtuosos no nos hace menos dignos para el servicio. Lo importante es que nos mantengamos firmes aún si sufrimos estos cambios en el estado de nuestro ánimo. Hay ciertas virtudes que sólo pueden ser puestas en práctica cuando atravesamos por dificultades. No es la terquedad de nuestros sentimientos, sino nuestra intención de perseverar voluntariamente en el servicio a Dios, lo que determina la firmeza de nuestro compromiso a amar como Dios desea que amemos.

Un buen músico de cuerda tiene por hábito revisar de vez en cuando las cuerdas de su instrumento por si necesitan ser ajustadas o aflojadas, y así contribuir a que la armonía sea impecable en el momento de la interpretación. Así mismo nosotros de vez en cuando debemos examinar y evaluar todos los afectos de nuestro corazón, para ver si están en sintonía con los deseos y los mandatos de Nuestro Salvador. Fortalezcamos nuestro fervor reafirmando con frecuencia nuestro compromiso a ser los hijos de Dios, quienes han sido llamados a amar divinamente. Vivamos con coraje y seamos fieles a ese sentimiento original y emotivo en nuestros corazones que nos llama a servir a Dios; es así como seremos felices.

(Adaptado de los escritos de San Francisco de Sales)