TERCER DOMINGO DE PASCUA (Abril 30, 2017)

TERCER DOMINGO DE PASCUA (Abril 30, 2017)

Enfasis Sugerido

“Ellos contaron cómo lo conocieron durante la repartición del pan.”

Perspectiva Salesiana

“Dos discípulos viajaban en rumbo a una aldea llamada Emmaus. En medio de la amena conversación que sostenían Jesús se acercó a ellos y empezó a caminar a su lado.”

Sabemos que durante las casi 7 millas de camino que recorrieron con Jesús, los dos discípulos no fueron capaces de establecer la identidad del viajero que los acompañaba. No fue hasta que se sentaron a la mesa con él – y hasta que Jesús partió el pan y lo compartió con ellos- que sus ojos finalmente se abrieron a la realidad.

Qué había en ese acto tan simple que permitió que los dos discípulos reconocieran a Jesús? Indudablemente, ese acto revivió aquel momento tan poderoso que vivieron inmediatamente antes de la traición por parte de Judas contra Cristo, su pasión y su muerte: el momento de la última cena. Más aún, este acto pudo haberles recordado las tantas experiencias de compañerismo y hermandad que vivieron sentados a la mesa con Jesús y los demás discípulos: esas oportunidades simples, personales e íntimas que tuvieron para llegar a entender más sobre Jesús- y sobre ellos mismos. Ese acto a simple vista ordinario –pero tan significativo – de partir y compartir el pan se había convertido para ellos en una puerta que los llevaba a experimentar lo divino en cada momento de su diario vivir. Analizando esto mismo a una escala mayor, este acto pudo haberles recordado la experiencia de la comunión y de comunidad que experimentaron con Jesús y con sus acompañantes a lo largo del camino; de los momentos buenos, malos e intermedios que transcurrieron mientras vivían, aprendían y amaban juntos.

La conexión de esta historia con el eventual entendimiento de la Iglesia sobre lo que es la comunión fue un punto que recalcó San Francisco de Sales. En su libro titulado Sobre el Predicador y la Predicación, escribió: "Es cierto que como nuestro Señor está verdaderamente con nosotros, nos ilumina por que él es la luz. Después de que los discípulos se comunicaron en Emmaus, sus ‘ojos fueron abiertos’ (Página 26). En nuestra celebración – y recepción – como comunidad, reunidos al rededor de la mesa con el Señor, se nos está retando a que veamos como Cristo está presente en la Eucaristía y también como Cristo se halla presente dentro de nosotros.

Aún así, debemos expandir nuestra noción de comunicación para poder entender más profundamente el significado de esta escena del Evangelio. Jesús se halla especialmente presente en cada mesa donde las personas se reúnen en hermandad; Jesús está personificado dondequiera que las personas permiten ser partido y compartidos con – y por- los demás. Jesús se puede ver dondequiera que las personas se enfocan más en las cosas que los unen y menos en las cosas que pueden llegar a separarlos.

Cuando nosotros partimos el pan con los demás – literal o figurativamente – el poder y la promesa continua de Cristo resucitado se nos manifiesta. Cuando nosotros decidimos ‘repartirnos’ para alimentar a los demás, estamos personificando en ese instante, en ese momento de nuestras vidas, alfo de ese mismo Jesús quien acompañó a esos dos discípulos hace tanto tiempo.

La pregunta es: reconocemos a Jesús en nuestros intentos por alimentar a los demás?