Vigesimoctavo Domingo en el Tiempo Ordinario 15 de Octubre de 2023

Reflexión salesiana para el domingo

 

Vigesimoctavo Domingo en el Tiempo Ordinario

15 de Octubre de 2023

 

En el Evangelio de hoy escuchamos a Jesús decirnos que quienes responden a la abundante gracia de Dios podrán entrar en Su reino. San Francisco de Sales nos habla un poco más acerca de esa respuesta que se espera de nosotros:

 

La bondad suprema de Dios ha vertido abundantes bendiciones sobre toda la familia humana. La voluntad de Dios es que todos logremos la salvación por medio del conocimiento de la verdad que nuestro Salvador vino a entregarnos- el fuego del amor sagrado- y desea que éste permanezca encendido en nuestros corazones.

 

¡Con qué fervor Dios desea nuestro amor! EL nos demuestra ese deseo colmándonos de amor divino. Dios, el sol de la justicia, nos envía numerosos rayos de inspiración, calienta nuestros corazones con bendiciones, y toca a cada uno de nosotros con el encanto del amor divino. La inspiración de Dios es la fuerza que da aliento a nuestra voluntad; la ayuda, la refuerza, y la mueve con tan suma gentileza que ésta acaba deseando volar libremente en busca del bien que encuentra en la inspiración de Dios.

 

Dios depositó en sus corazones las inspiraciones sagradas y ustedes las recibieron; cooperaron con ellas al consentirlas. Su voluntad comenzó a moverse libremente al unísono de la gracia celestial. Dios continuó fortaleciendo sus corazones a través de varios movimientos; hasta que finalmente llegó el momento en que EL inculcó en ustedes el amor sagrado, y ese amor se convirtió en fuente de vida y salud perfecta.  No obstante, en todo momento ustedes tuvieron la libertad para aceptar o rechazar la divina bondad.

 

Solía decirse que un pequeño pez poseía el poder para detener a un buque navegando en alta mar. Sin embargo, ese pez no tenía el poder para hacer que el barco zarpara. Igual sucede con nuestro libre albedrio. Cuando el viento favorable de la gracia de Dios llena nuestra alma, todos tenemos plena libertad de escoger si lo recibimos, o lo rechazamos. Pero cuando nuestro espíritu zarpa, y se encamina una prospera travesía, no somos nosotros quienes hacemos que los vientos de la inspiración nos lleguen. Es Dios quien mueve el barco, que es nuestro corazón. Nosotros simplemente recibimos y consentimos ese viento proveniente del cielo. ¡Bienaventurados son aquellos que responden a la palabra de Jesús desde el fondo de sus corazones, porque el Reino de Dios les pertenece!

 

 

(Adaptación tomada del Tratado Sobre el Amor de Dios, de San Francisco de Sales)