Vigilia de la Natividad (Diciembre 24, 2018)

Vigilia de la Natividad (Diciembre 24, 2018)

Esta noche es la vigilia de la natividad, y por ello hoy reflexionamos acerca del misterio del nacimiento de nuestro Señor. San Francisco de Sales comparte con nosotros sus pensamientos sobre la natividad:

Cuando alguien pretende construir una casa o un palacio primero debe considerar quién será la persona que ocupará este lugar. Obviamente el arquitecto utilizará diferentes planos dependiendo del estatus social del futuro habitante. Así mismo sucedió con el Arquitecto Divino. Dios creó el mundo para la encarnación del Hijo. Desde toda la eternidad, la sabiduría divina previó que la Palabra asumiría nuestra naturaleza al momento de su llegada a la tierra. Para lograr este objetivo Dios escogió a una mujer, la sagrada Virgen María, quien dio a luz a nuestro Salvador.

Por medio de la Encarnación Dios nos hizo ver aquello que la mente humana difícilmente hubiese podido imaginar o entender. El amor de Dios por la humanidad es tan inmenso, que una vez se hizo humano deseó llenarnos a todos de divinidad. Dios quiso coronarnos con la bondad y la dignidad divina. El deseó que nosotros fuéramos hijos de Dios.

Nuestro Salvador vino a este mundo para enseñarnos qué debemos hacer para poder preservar la divina semejanza de Dios en nosotros, la cual El ha reparado y embellecido completamente. Con suma seriedad debemos reunir todo nuestro coraje para vivir según quienes somos. Nuestro Salvador vino a enseñarnos cómo vivir según la razón, y a enseñarnos cómo dominar el desorden de nuestros amores. El estaba totalmente lleno de bondad y misericordia para con la familia humana. Muchas veces cuando los pecadores más empedernidos han llegado ya al punto de vivir como si Dios no existiera, Nuestro Salvador permite que ellos encuentren Su Corazón lleno de compasión, y de misericordia para con ellos. Todos aquellos que han pasado por esta experiencia mantienen un sentido de gratitud asociada a ella. Es Jesús a quien debemos dar forma, y dar a luz en nuestros corazones. El divino Niño vale todo aquello que tengamos que soportar para poder traerlo al mundo.

(Adaptado de los escritos de San Francisco de Sales.)