DOMINGO 22 EN TIEMPO ORDINARIO (Septiembre 3, 2017)

DOMINGO 22 EN TIEMPO ORDINARIO (Septiembre 3, 2017)

Enfasis Sugerido

“Si una persona quiere seguirme el o ella debe renunciar a si mismo, tomar su cruz y seguir mis pasos.”

Perspectiva Salesiana

Ya todos debemos estar muy familiarizados con esta invitación—y con el desafío que la acompaña- de seguir los pasos de Jesús, y lo que esto requiere de nuestra parte.

Quizás demasiado familiarizados.

Alguna vez leyeron/escucharon esta admonición d-e-s-p-a-c-i-o? con c-u-i-d-a-d-o? Jesús no nos reta a que carguemos su cruz; no, Jesús nos llama a todos y cada uno a que carguemos nuestra propia cruz personal, particular, única en su género. Para entender lo que significa cargar cruces, debemos primero considerar lo que significa para nosotros la cruz de Cristo.

La cruz de Jesucristo no es solo la cruz que Jesús cargo en el último día de su ministerio publico, la cruz en la que Jesús entrego su vida: la cruz de Jesucristo fue la totalidad de su vida. La cruz que Jesús cargo cada día fue su disposición para ser fiel con quien el Padre se lo indicara y para acoger todo – el éxito, los obstáculos y todo lo demás – que sucediera a consecuencia de este estado, del momento y de la misión de su vida.

En particular, la cruz que Jesús cargo fue su fidelidad a la hora de acoger la vida – y de dar su vida- sin importar las dificultades y los retos que frecuentemente acompañaron sus esfuerzos al proclamar el reino de Dios.

Desde ya todos nosotros somos seguidores de Jesús. En virtud del amor creativo, redentor e inspirador de Dios – un amor que ha sido demostrado públicamente a través del bautismo- debemos tomar nuestras cruces – debemos entender el tipo de personas que Dios nos ha llamado a ser- y debemos acoger todos los retos que implica el entregar nuestras vidas al servicio de los demás. En resumen, debemos reconocer nuestro lugar en la vida, y a tener el coraje de asumirlo.

Esto es todavía mas cierto cuando se trata de retos que nosotros no escogeríamos: criar un niño difícil; tener que lidiar con un cambio inesperado de trabajo o de residencia; recibir inesperadamente una diagnosis sobre una enfermedad grave; trabajar con un colega conflictivo o con un vecino problemático, luchar con la depresión; perder una esposa, o un esposo o a otro ser querido. San Francisco escribió: “Ustedes están mas que dispuestos a tener una cruz, pero quieren ser ustedes los que escojan la clase de cruz que va a ser… yo quiero que sus cruces y la mía no sean ninguna otra que no sea la cruz de Jesucristo, en lo que se refiere a la clase y la forma en la que nos es impuesta”. (Stopp, Cartas Selectas , pp. 79 – 80)

Quieren seguir a Jesús? Entonces carguen sus propias cruces – acojan sus vidas profunda y completamente – así como les son otorgadas por un Dios que los llama a continuar con el ministerio de Jesús hoy día: en sus casas, en sus trabajos, en sus escuelas, dondequiera que se encuentren. Aun así al final no es suficiente que ninguno de nosotros simplemente la cargue. San Francisco de Sales observo: “Entre mas sagrada sea la cruz que Dios nos da, mas debemos amarla.” (Ibid)