QUINTO DOMINGO DE PASCUA (abril 28, 2024)

QUINTO DOMINGO DE PASCUA (abril 28, 2024)

Enfasis Sugerido

“Nosotros debemos creer en el nombre de su hijo, Jesús Cristo, y debemos amarnos los unos a los otros como él nos ha mandado hacerlo. Aquellos que cumplan con estos mandamientos permanecerán en él y él en ellos.”

Perspectiva Salesiana

El pasaje de la escritura para hoy es parte del discurso de despedida de Jesús para sus discípulos, el cual toma varios capítulos del Evangelio de Juan. En estas palabras Jesús comunica a sus discípulos las cosas más importantes que quiere que ellos recuerden. Con el uso de una metáfora poderosa y hermosa, Jesús habla de sí mismo como la vid y de sus discípulos como las ramas. El les dice que deben estar cerca de él. Para ser saludables, las ramas que dan frutos deben estar dispuestas a ser cortadas para librarlas de aquellas cosas que nos les permiten dar fruto. Por encima de todo, deben ser parte de la vid. Si se separan de la vid, no pueden producir fruto. Se marchitaran y serán rechazadas, buenas para nada excepto para ser quemadas.

Jesús esclarece que los discípulos han recibido lo que necesitan. Ellos han oído las palabras que él les ha dicho. SI ellos creen en las palabras de vida que Jesús ha compartido con ellos, si ellos hacen sus palabras parte de sus vidas, ellos vivirán en él y él vivirá en ellos. Escuchar la palabra es el primer y más esencial paso. Pero sólo es el primer paso. Vivir la palabra, absorberla, hacerla una parte integral de nuestra vida, debe ocurrir si uno verdaderamente está esforzándose por ser un discípulo de Jesús. Esto es tan cierto para nosotros hoy como lo fue para los discípulos a quienes Jesús les habló y con quienes vivió aca en la tierra.

Nosotros también hemos sido otorgados la palabra de Dios. Como los discípulos, nosotros también somos llamados a vivir en Jesús, como decía Francisco de Sales, mientras cumplimos con los quehaceres de cada día. Y cuál es el fruto que debemos producir? Nuestro fruto es una vida marcada por el amor de Cristo, una vida vivida de una forma que demuestre a nuestros hermanos y hermanas que verdaderamente creemos en lo que Jesús nos ha dicho. Es una vida marcada por la paciencia, la bondad, la gentileza y la humildad.

La forma en la que sabemos que vivimos en Jesús y que el está viviendo en nosotros, es manteniendo los mandamientos. Nosotros estamos llamados a amar “en obra y palabra y no solamente hablar de ello.” Podemos y debemos leer las escrituras y otros libros espirituales. Podemos y debemos meditar sobre la vida, la muerte y la resurrección de Jesús. Podemos y debemos decir nuestras oraciones y hacer uso de los sacramentos de la Iglesia. Aún así, a la final es la forma en que tratemos a nuestros hermanos y hermanas lo que pasará a la historia. Si nuestras palabras no son apoyadas por nuestras obras, son sólo palabras vacías, buenas para nada.

Si hablamos del perdón de Jesús, pero continuamos con ese resentimiento en contra de un pariente por que estropeó la cena de Navidad hace diez años, no estamos viviendo en Jesús. Si tenemos resentimiento en nuestros corazones en contra de un colega que obtuvo el asenso que nosotros queríamos, no estamos viviendo en Jesús. Si nos negamos a reconocer el comportamiento adictivo y nos negamos a buscar ayuda, no estamos viviendo en Jesús. Si nos encanta hablar de los infortunios o las debilidades de nuestros vecinos, entonces debemos podar y emparejar antes de que podamos dar fruto en el nombre de Jesús.