CUARTO DOMINGO DE PASCUA (Abril 21, 2024)

CUARTO DOMINGO DE PASCUA (Abril 21, 2024)

Enfasis Sugerido

“Yo soy el buen Pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”.

Perspectiva Salesiana

Seguramente ustedes han escuchado antes la expresión “conocer es amar”. En general es completamente cierto que no se puede esperar que nos enamoremos de alguien o de algo cuando no tenemos ninguna familiaridad con él/ella/ello. Es por esto que la frase, “conocer es amar” no encaja totalmente dentro del contexto de las relaciones humanas. En las relaciones humanas es mas acertado decir “amar es conocer”, ya que una vez que nos decidimos a amar a los demás, a comprometernos con los demás, nos abrimos a ellos y ellos recíprocamente se abren y se comprometen con nosotros. Jesús habla de esta verdad cuando dice: “Aquel que me ame será amado por mi Padre, y yo lo amare y me revelare ante él” (Jn. 14:21) Francisco de Sales hace eco de esta verdad cuando nos dice, "Tener conocimiento del bien nos lleva a conocer el principio del amor pero no la medida del mismo". (Tratado, Libro 6, Capítulo 4)

En el evangelio de hoy Jesús nos revela algo sorprendente e inquietante sobre su relación con nosotros. “Yo soy el Buen Pastor, y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre”. El nos esta diciendo que nos conoce tan intima y personalmente como su Padre celestial lo conoce a él. Y que nosotros a la vez lo conocemos a él de la misma forma en que él conoce al Padre. El tipo de conocimiento que Cristo, nuestro buen Pastor, tiene de cada uno de nosotros solo puede ser adquirido a través de un contacto muy cercano e intimo con nosotros. Es el resultado de su amor por nosotros, de su voluntad de comprometerse total y completamente con nosotros, de la misma manera en que el pastor compromete su vida total y completamente a cuidar de sus ovejas.

Si estudiamos la relación de un pastor con sus ovejas vemos que su vida se centra en la vida de sus ovejas. El pastor pasa el día entero con ellas, y muchas veces las cuida durante la noche. No es de sorprender entonces que él llegue a conocer cada una de sus particularidades, sus rasgos individuales, e incluso que llegue a darles un nombre a cada una. Para los demás sus ovejas todas son iguales, pero para el pastor cada una es diferente. Es por ello que no se le dificulta en lo absoluto poder reconocerlas entre cientos de otras en el redil.

La parábola del Buen Pastor no dista tanto de nosotros como en principio estamos inclinados a creer. De hecho toca la fuente misma de nuestro ser – nuestra necesidad de ser conocidos y amados por quienes somos, pase lo que pase. Puede que algunas veces pensemos, o nos sintamos, o actuemos, de forma un poco apestosa o sucia, como muchas de las ovejas lo son; puede que a veces nos involucremos en toda clase de problemas cuando nos alejamos de nuestro pastor, al igual que las ovejas que se quedan enredadas en las zarzamoras, o que se caen por los peñascos, o que sufren ciento un traspiés. No obstante nuestro Buen Pastor esta ahí para vendar nuestras heridas. El nos conoce y nos ama en hasta el punto que pone su vida en riesgo por nosotros.

Somos capaces de arriesgar nuestra vida por los demás, de la misma forma en que el Buen Pastor lo hace por nosotros?