Quinto Domingo en el Tiempo Ordinario (Febrero 5, 2017)

Quinto Domingo en el Tiempo Ordinario (Febrero 5, 2017)

Las lecturas de hoy nos recuerdan que nosotros somos la luz del mundo. Para San Francisco de Sales esto significa compartir nuestra vida en Cristo con los demás, para así poder dar gloria a Dios.

Así como Jesús iluminó al mundo con el resplandor de Su vida, nosotros debemos hacer lo mismo con nuestras vidas. Ustedes deben sentirse honrados por haber sido escogidos para esta misión. Consideren la nobleza y la excelencia que implica el hecho de ser humano. Ustedes han sido otorgados el don del entendimiento, el cual les permite conocer este mundo visible, pero también saber que existe un Dios que es sumamente bondadoso e indescriptible. Ustedes saben que la eternidad existe. También saben cual es la mejor manera de llevar una buena vida en este mundo visible, para que así puedan disfrutar de Dios por toda la eternidad. Más aun, ustedes poseen una voluntad extremadamente noble que les permite amar a Dios y al prójimo. Miren dentro de sus corazones y reconozcan cuan generosos son. El amor de Dios en ustedes les hace un llamado a amar a los demás.

Amar a nuestros semejantes en exceso es algo que jamás ocurrirá, siempre y cuando el amor de Dios ocupe el lugar primordial en nuestros corazones. La imagen de Dios en todos nosotros es el motivo más poderoso que poseemos para amarnos los unos a los otros. El amor por nuestros semejantes nos provee la oportunidad de hacer muchas cosas por Dios. Nunca digan, “no soy lo suficientemente virtuoso” o, “no tengo talento suficiente para expresarme bien”. Nada de eso importa. Simplemente háganlo, hagan lo que tengan que hacer. Dios les indicará lo que deben decir y lo que deben hacer. Si alguna vez sienten miedo, díganse a ustedes mismos: “El Señor proveerá”. Nuestro corazón encuentra su descanso exclusivamente en Dios, quien se preocupa por nosotros.

No se preocupen si sienten que no están produciendo los frutos que ustedes pretenden dar. Al final solo se les preguntará si han cultivado fiel y sabiamente estas tierras estériles y áridas. Habrá otros que tendrán vidas más abundantes gracias al ejemplo que ustedes les están dando. Prosigan entonces, simplemente, y llenos de coraje. Nuestro Salvador estará con ustedes siempre, mientras se dediquen a trabajar por la gloria de Dios. Al igual que las estrellas permanecen escondidas cuando brilla la luz del sol, “Nuestra vida permanece escondida en Cristo con Dios”. Caminando por la senda de la Luz de Dios, y compartiendo la abundancia del amor de Dios en nosotros, así es como somos la luz del mundo.

(Adaptación de los escritos de San Francisco de Sales)