DOMINGO 31 EN TIEMPO ORDINARIO (de Noviembre 5 de 2023)

DOMINGO 31 EN TIEMPO ORDINARIO (de Noviembre 5 de 2023)

 

Énfasis Sugerido

 

“Siémbrenlo – asúmanlo-muy en serio”

 

Perspectiva Salesiana

 

En el Evangelio de hoy Jesús dice a sus oyentes que hagan todo lo que los escribanos y los Fariseos dicen, pero a la vez los advierte sobre las consecuencias de seguir su ejemplo: “Sus palabras son muy valientes, pero sus hechos son demasiado pocos”.

 

¿Por qué ésta inconsistencia? ¿Por qué ésta desconexión? ¿Por qué la incongruencia entre lo que predicaban y lo que hacían? ¿Por qué tantas palabras valientes, pero pocos hechos?

 

Quizás, como nos dice el profeta Malaquías en su libro, ellos no lograron “sembrarla en sus corazones” ¿Qué no sembraron? La ley del amor de Dios: la ley que nos reta a exaltar a Dios, promoviendo la justicia y la paz por medio de nuestras relaciones con los demás.

 

Malaquías nos dice lo siguiente: “¿Es que acaso todos no somos hijos del mismo Padre? ¿Acaso todos no hemos sido creados por el único Dios? ¿Por qué entonces perdemos la fe lo unos en los otros?” Como dijera San Francisco de Sales, “¿por qué en nuestro trato con el prójimo empleamos “dos corazones”? Enseñamos un corazón que es sumamente tolerante con nosotros mismos, pero albergamos otro que es demasiado duro con los demás”.

 

Este es el peligro que corremos cuando permitimos que nuestro conocimiento de Dios resida exclusivamente en nuestras cabezas, y no en nuestros corazones. En la medida en que nuestra fe continúe siendo intelectual, o teórica, jamás podrá responder ni aceptar las necesidades, las esperanzas, los miedos, ni los sueños de los demás. En la medida en que no asimilemos realmente, en lo profundo de nuestros corazones, el amor de Dios por nosotros, permaneceremos inmutables ante las necesidades o las calamidades que les ocurren a los demás.  

 

He aquí la esencia de la crítica que Jesús hace a los escribanos y a los Fariseos: “Ellos se encargan de llenar bultos pesados, difíciles de transportar, y se los dan a otros para que los carguen a sus espaldas, mientras que ellos mismos no van a levantar ni un solo dedo para ayudarles”. Como no han sabido acoger la Ley de Moisés- y la Ley de Jesús- en sus corazones, prefieren imponer las cargas más pesadas a los demás, para que sean ellos quienes las lleven en sus hombros-y en sus corazones.

 

Mantener la fe los unos en los otros primero requiere que permitamos al amor creativo, redentor e inspirador de Dios penetrar en nuestros corazones. Debemos asumir con seriedad nuestra necesidad constante de conversión, de reconciliación y transformación. Debemos asumir seriamente el hecho de que el amor de Dios por nosotros no debe quedarse en nosotros: debe ser compartido con los demás.

 

“¿Acaso todos no compartimos el mismo Padre? ¿Acaso no fue el mismo Dios quien nos ha creado?” Entonces debemos tener fe los unos en los otros. Debemos ser promotores de la salud, la felicidad y la santidad entre nosotros. Debemos buscar la paz y la justicia entre nosotros. Debemos prometer la reconciliación y la colaboración entre nosotros. En resumen, nuestras acciones deben sobrepasar, o por lo menos estar a la par con nuestras palabras.

 

Dicho de otra forma, cuando nosotros acogemos el corazón de Jesús en nuestro corazón, no queda cabida para la parcialidad: o amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos… o no.