SEGUNDO DOMINGO EN CUARESMA (Febrero 25, 2024)

SEGUNDO DOMINGO EN CUARESMA (Febrero 25, 2024)

Énfasis Sugerido

“Jesús fue transfigurado ante sus ojos.”

Perspectiva Salesiana

Algo extraordinario ocurrió en esa montaña.

Considera la posibilidad que no fue Jesús quien cambió sino que Pedro, Santiago y Juan fueron los transformados. Imagina que esta anécdota del Evangelio de Marco documenta la experiencia de Pedro, Santiago y Juan mientras sus ojos estaban abiertos, su visión se incrementaba, ayudándolos a ver sin impedimento alguno la luz deslumbrante del amor de Jesús que emanaba de cada fibra de su ser.

Verdaderamente, cada día de la vida de Jesús reveló una parte de ese resplandor extraordinario, de esa pasión extraordinaria, de esa gloria extraordinaria, a personas de todas las edades, etapas y estados de la vida. Los pastores y los Reyes Magos lo vieron, los ancianos y la gente lo vieron; los invitados a la boda lo vieron; una mujer acusada de adulterio lo vió; un muchacho poseído por demonios lo vió; un hombre que había nacido ciego lo vió; un buen ladrón lo vió.

Si tantos otros pudieron reconocerlo con una palabra, una mirada, al tocarlo, por qué Pedro, Santiago y Juan necesitaron un esfuerzo extra que los ayudara a ver la gloria de Jesús? Tal vez fue por lo que eran tan cercanos a Jesús, quizás era por que estaban con él todos los días, quizás era por que hasta cierto nivel la habían dejado pasar de largo.

Y qué tal nosotros? Nosotros reconocemos la presencia de esa misma gloria divina en nosotros, en otros, en la creación, inclusive en las cosas más simples y ordinarias, en las experiencias de justicia de cada día, la verdad, la curación, el perdón, la reconciliación y la compasión?

O la dejamos pasar de largo?

San Francisco de Sales vió la Transfiguración como un “vistazo al cielo.” Durante este tiempo de Cuaresma, que nuestros ojos, nuestras mentes y nuestros corazones sean transfigurados y transformados. Que veamos mas claramente la gloria de un Dios que nos ama siempre, que nos redime, que nos cura, que nos perdona, que nos reta, que nos busca, que nos da fortaleza y que nos inspira.

Que crezcamos en habilidad, a través de la calidad de nuestras vidas, para hacer que ese “vistazo del cielo” se haga más visible y disponible a los ojos – y las vidas – de otros.